lunes, 5 de noviembre de 2012

duelo


Sigo sin entender la sensación generalizada de alivio que se percibe. Una racionalización feroz de la situación en donde no se ven lágrimas, ni dolor ni angustia. Pasan las horas y los días sin señales de duelo tal como lo describen. Sólo  pequeños relatos donde verbaliza (ahora sin filtro) anécdotas y vivencias de años y décadas atrás. 

Es como si el velo de la parca en lugar de difuminar los errores pasados, hubiera traído a flote todo aquello que antes no se permitía mencionar. Y en esa catarata de historias surgen mínimas notas de rencor, discretas cuotas de resentimiento y un aire de libertad ganada. Percibe su ausencia en pequeños detalles cotidianos, pero lejos de mostrar nostalgia traduce la sensación a palabras que suenan a mejora, a progreso, a evolución positiva de las circunstancias.

Con respecto al tema cementerio no voy a opinar porque probablemente haría lo mismo y no me acercaría a ver una pared que detrás contiene sólo carne en descomposición. De todas maneras, conociendo su perfil de hacer lo que es socialmente aceptado y demandado resulta extraño que no haya ido ni una sola vez. Por otro lado, no sorprende ni una pizca que su preocupación más grande en la misa del domingo haya sido al llegar tarde y haberse perdido que lo nombraran. Tampoco asombra que haya comprado los dos diarios donde salieron las necrológicas y salutaciones, ni que haya guardado todo lo que sea referencia mediática de la muerte.

Y no olvidemos el tema del dinero. Constante, persistente y siempre presente. Cuándo, cómo y cuánto. Sobre todo cuánto. Y el brillo avaro en la mirada al saber los montos y planear el uso consumista de los mismos. Esa borrachera de encontrarse con un tesoro no esperado y sin restricciones que le impidan usarlo como más le plazca.

En fin, qué puedo agregar. Salvo que sólo puedo leer una vulgar pantalla social de lo que se supone debe ser un duelo mientras que en privado se le deslizan por las comisuras la tranquilidad de encontrarse frente a su vida y reconocerla como propia e individual, sin ataduras y sin condiciones.