martes, 21 de abril de 2009

basta

los que hace rato que me conocen saben que tengo épocas luminosas, casi tiernas y épocas oscuras rozando en lo ásperas. en general aceptan estos cambios de humor como si fueran cuestiones climáticas sobre las cuales no pueden hacer mucho más que sentarse a tejer y fumar mientras miran la lluvia disolver mis pecas, sabiendo con certeza de ritmo constante que más tarde van a precipitar en sonrisas saladas.

pero también están los otros.

los que me conocen desde hace pocas tristezas y suponen que su intervención es el detalle que falta en mi vida para poder remontarme como un barrilete de otoño. entonces aparecen esgrimiendo como estoque una frase en la que me explican, muy seguros y circunspectos, que tengo una vida genial, que no existe razón por la cual deba quejarme ni un motivo para deprimirme.

es entonces cuando sobreviene la primera náusea y el primer asco.

estos energúmenos, salvo una breve perplejidad en sus zapatos manchados, siguen adelante su perorata sin detenerse a respirar. enumeran toda clases de desventuras y sufrimientos que ellos en contrapartida padecen a diario, obstáculos que a primera vista parecían insalvables en su pasado y explicaciones agotadoramente detalladas de su método para seguir adelante. como si por comparación tuviera que sentirme inmediatamente aliviada.

o peor aún. aparecen con una lista llena de asteriscos de colores y viñetas llamativas en donde enumeran todas mis positividades, elementos que denotan virtudes o ensalzan bellezas obvias. algunos son hasta un poco más observadores y me sorprenden hablando de fosforescencias ocultas pero que están al acance de mis manos. describen y detallan con minuciosidad de anticuario catálogos completos de maravillas, suponiendo que soy tan ciega como para no darme cuenta que existen ahí, justo debajo de mis cejas.

ahí, en ese instante, es cuando se me revienta el corazón de odio. justo en ese momento quisiera arrancarles los dientes con tenazas oxidadas mientras les escupo toda su idiotez bienintencionada y obsecuente gritando "no te das cuenta que para mí TODO ESO NO ES SUFICIENTE".

pero no lo hago. nunca lo hice. sólo sonrío con mi sonrisa semi-imbécil, acorde a las circuntancias, y dejo mi cuerpo ahí, diciendo "ajá, mjm, y, sí..." mientras me voy de la escena. me siento de nuevo en aquella silla oscura y siento los ojitos inquisidores del fantabuloso mr ms sonriendo detrás de sus anteojitos, porque sabe que ahora él no necesita explicarme nada, porque sabe que yo ya entendí, porque sabe que por fin caí en lo que me dijo hace casi dos años: "no es suficiente porque nunca fue suficiente, no es suficiente porque nunca le dijeron que era suficiente, no es suficiente porque USTED no dice que es suficiente".

y mientras el rumor de la lluvia sigue cayendo en mis pecas y aunque persisten los devotos del consuelo ajeno recitando su letanía, yo ahora sé que me toca a mí (y sólo a mí) decir basta!.

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