Lo bueno de tener esta edad (y este autoconocimiento corporal) es que es muy simple identificar cuándo y con qué intensidad.
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Conocer los ciclos lunares que me rigen hace que pueda saber en qué fase estoy y qué hacer para pasarlo de la mejor manera dadas las circunstancias. Y ni hablar de entender finalmente qué movimientos intermareales son los que generan ciertas conductas, respuestas, lágrimas, furias, preguntas, risas, besos y caminos que estadísticamente son recorridos de forma cíclica.
Lo bueno de tener esta edad (y este autoconocimiento corporal) es que te da el poder de anticiparte a la ola y esperar el filo de la espuma con la mente dispuesta y el alma en la piel.