El micro-segundo previo a un choque es larguísimo. Por lo menos para mí lo fue en la única oportunidad que choqué. 
Yo veía el auto blanco que se venía y se venía de mi izquierda, pero por alguna razón el mío no avanzaba con toda la velocidad necesaria. Y de golpe: PUM! Chocamos. 
Así de igualito sentí hoy, aunque sin faroles rotos ni guardabarros abollados. 
Bueno, bah,  a  la autoestima no voy a negar que se le saltó un poco la pintura y el orgullo, mirándolo con cuidado, tiene un par de raspones.
 
 
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