Yo tendría que ser adolescente ahora. Así podría faltar a la escuela porque sí. Podría besar a cualquiera que me guste sólo por tener la impunidad embutida en un cuerpo que crece. Podría encerrarme en mi cuarto, dándo un portazo y gritando "son todos una mierda" para llorar, cantar y bailar hasta que la voz se me rompa. Podría aprender a fumar tabaco y otras cosas. Podría esconder mis dedos en el pelo negro de algún desconocido. Podría...
Y tendría que haber sido adolescente en los setenta. Así podría haber tenido el pelo largo y trenzado. Así podría haber ido a San Pablo y tocar canciones de misa con mi guitarra. Así podría haberme enamorado de unas lindas palabras. Así podría haber escrito en cuadernos amarillos. Así podría haber formado parte de "algo". Así podría haber peleado. Así podría...
Pero resulta que no soy adolescente ahora, ni tampoco lo fui en los setenta. Y mi adolescencia ochentosa nunca terminó, o será qué nunca empezó?
Sigo llorando a esa nena inocente que abrió tarde los los ojos. Sigo esperando a que el futuro mejore. Sigo mirando mi ombligo sin entender por qué las pelusas son grises. Sigo gritando en voz de letras. Sigo ardiendo sin fiebre. Sigo mirando las manos masculinas buscando un pianista que abarque mis octavas. Sigo...
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