jueves, 28 de enero de 2010

That doesn't happen much, though

Ayer mientras que esperaba que afloje el calor (nunca aflojó) para volverme de Bahía Blanca me metí en una librería (con aire acondicionado) y me puse a curiosear en las mesas de saldos.

Ahí me encontré con una copia un poco berreta y baqueteada del libro The catcher in the rye y me acordé de haberlo leído como algo obligatorio allá lejos y hace tiempo, cuando todavía era una boba influenciable de 16 años que iba a inglés y que le encantaba discutir y analizar todo hasta la última fibra.

Pensé que estaría bueno leerlo ahora, taytantos años después y ver si esas palabras eran tan intensas como las recordaba.

Hoy me entero que J.D. Sallinger se murió.

Boy, when you’re dead, they really fix you up. I hope to hell when I do die somebody has sense enough to just dump me in the river or something. Anything except sticking me in a goddam cemetery. People coming and putting a bunch of flowers on your stomach on Sunday, and all that crap. Who wants flowers when you’re dead? Nobody.


Y resultó que la intensidad de mi recuerdo no les hacía justicia
porque son aún MÁS profundas y conmovedoras HOY.

What really knocks me out is a book that, when you're all done reading it, you wish the author that wrote it was a terrific friend of yours and you could call him up on the phone whenever you felt like it. That doesn't happen much, though.

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