A veces me quedo pasmada mirándolos, y el corazón se me hace enorme de amor y desbordo de tanta inmensidad.
Un óvulo mide 0,14 milímetro. A ver, buscá una regla y fijate el tamaño de un milímetro. Ahora hacé un esfuerzo mental y dividí ese milímetro en 100 (cien) partes iguales. De esas 100 (cien) partes, 14 corresponden al tamaño promedio de un óvulo humano. Un espermatozoide mide 60 micrómetros. A ver, buscá de nuevo la regla y recordá el tamaño de un milímetro. Ahora esforzate un poco más y dividí ese milímetro en 1000 (mil) partes iguales. De esas 1000 (mil) partes, 60 corresponden al tamño promedio de un espermatozoide humano (cola+cabeza). Cuando se unen óvulo y espermatozoide se produce la fecundación y se forma un embrión. Este embrión crece rápidamente y al cabo de tres semanas mide 2 milímetros (de nuevo, buscá la regla y fijate).
En muchas oportunidad y por culpa de la aceleración de ir viviendo, me olvido de poner pausa, respirar y mirar por dónde voy avanzando ni con quién estoy recorriendo este camino (ni hablar de que la mayor parte de las veces no tengo idea de hacia qué sitio estoy yendo). Ah, pero cuando logro detenerme me quedo sin respiración viendo a estas dos personas que YO contribuí a formar. Porque en mí cuerpo este proceso de fecundación ocurrió en dos oportunidades y ahora, 15 y 12
años después (+ aproximadamente 9 meses de gestación) esos embriones
milimétricos van por la vida tomando decisiones autónomas, peleando por
lo que quieren, descubriendo lo insólito de las relaciones humanas y
atreviéndose a cuestionar el sabor de tu tarta de cebollas.Y no puedo menos que asombrarme y dejar que la gratitud me envuelva como una ola alta en el mar cada vez que descubro que estas dos personas arrastran en su ADN mi torpeza con las escaleras y las puertas y mi color de pelo, porque incrustado en sus genes está ese lunar que los tres tenemos en el brazo derecho y las cuerdas vocales estiradas en un agudo constante, porque aunque nos enojamos y gritamos como chacareros nos alcanza un abrazo para largar la carcajada y perder la seriedad.
A veces me quedo aturdida viéndolos, y el alma se me hace chiquita tratando de contener tanta ternura y me disuelvo ante tanta infinidad.
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