reordenar el galpón, los galpones en realidad para reacomodar los cachivaches
juntar una caja ASÍ de inmensa con zapatillas del número 18 al 21 y llevárselas al padre Hugo
tirar: una bañadera de bebé con el fondo roto, una faja adelgazante toda podrida, cajas y más cajas llenas de papeles papelitos y papelones, un paraguas todo torcido, telgopores protectores de tele-video-equipodemúsica-walkman-etcétera, un cofre con la paciencia acumulada en horas de control mental junto con los cassetes del método Silva
guardar por las dudas: las primeras ropitas de bebés de los chicos, el changuito, la sillita de comer, el carrier, el portapañales, el bolso y el cambiador
mudar libros, revistas, albumes de fotos, adornitos y mi colección de lechuzas al galpón renovado de mi mamá; caerme en el camino y lucir con orgullo un moretón violeta muy coqueto
amanecer a las 7:00 am y escuchar PAMPAMPAMPAM PAM encima de mi cabeza mientras las perras ladran mirando el techo con ese ladrido que dice "quién anda ahí arriba sin nuestro permiso?"
levantar las plantas del minijardín cantero del frente para que los pedazos de mampostería no los aplasten, replantarlas en el patio de atrás y rezarle a San Cristóbal para que las perras no me las mastiquen
lavar los pisos tooooooooodos los días al mediodía y al atardecer, y aún así sentir el polvillo en tooooooodos lados
Espero que la casa quede tan bonita como el dibujito que una tarde de hace tres inviernos hizo Ignacio, el arquitecto, porque sino...
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