Volvió N., mi cuñada menor. Pero no es que volvió de visita: volvió para vivir aquí otra vez.
Renunció a su trabajo en Buenos Aires (como analista financiera en Personal) para empezar a partir de hoy a trabajar en fiscalización de RENTAS oficina Bahía Blanca.
Como yo soy bastante inconciente y poco diplomática, y como ella relataba la sucesión de eventos de manera bastante elíptica, al final le pregunté: por qué te volviste? es mejor la plata? (no) entonces? (es que como las cosas con J. pintan que van bastante en serio, entonces me vine porque sino era un quilombo)
La charla fue el sábado.
Hoy es lunes, pero a mí me sigue volando una mosca en la panza que me dice que algo huele mal en Dinamarca.
Lo que más me zumba es que:
N. NO se parece a ninguna de mis amigas enamoradas, no da muestra de babearse por su hombrecito ni pone ojitos de ballena en celo ni suspira mirando el techo en la mitad del almuerzo; los he visto juntos y hacen una "linda" pareja pero algo en la nuca me molesta cuando veo cómo él la trata a ella (aunque disimule poniéndole onda de "esto es una joda y te verdugueo todo el tiempo porque te quiero mucho");
ella no ganaba ooooooh LA plata en Buenos aires pero estaba en un puesto muy bueno y con muchas probabilidades de mejorar, y ahora vuelve a un puesto contratado por un año por un sueldo mucho menor;
los comentarios de los padres (felices por tener a su bebé menor de vuelta en el pago) diciendo que qué bueno que él la haya podido "traer de vuelta", como si N. fuera un paquete trasladable;
un "algo" que no sé bien todavía qué es, pero que me molesta bastante.
Lo único que espero es que por esta vez mi sentido de bruja me falle y que N. realmente haya vuelto porque está perdidamente enamorada de J. (y que sea recíproco) y porque su centro afectivo sea más importante que su centro racional.
Ojalá. Ojalá. Ojalá. Ojalá.
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