martes, 7 de marzo de 2006

1er día de clases

Si ayer lunes hubiera ido al acto público hoy tendría varios módulos más en mi haber y la promesa cercana de varios $$ más en mi bolsillo. Pero elegí pedir permiso en la escuela media y acompañar a mis hijos en su primer día de clases.

Ailén empezó 4to y apenas puedo creer que hace 9 años y unos meses era una gritona desdentada que me despertaba cada exactas tres horas para prenderse como si hiciera años que no mamaba. Está alta, elegante y ahora le presta muchísima más atención a las lapiceras con brillitos y a los stikers metalizados y a las remeritas cortitas y al pin que le pone a la pollera y al rosa; tanto rosa, muchísimo rosa, demasiado rosa, en tantas variantes que desconocía, si a veces parece una merengada. Igual de vez en cuando le pide a Silvio que ponga el disco del señor que canta finito y a los gritos (AC-DC) y me deja pasmada cantando de memoria "Love & marriage" de Frank (si, con el padre hemos criado una freak musical)

Lihuel empezó 1ero. Primer grado. Tan serio con su corbata azul, tan pendiente de que sus rulos no se despeinaran. Y no lo pudo evitar, su caradurismo es tan grande que a veces me asusta. Las maestras de primer grado armadas con micrófono animaban a los chicos (algunos lloraban) y hacían preguntas. Y él, con todo desparpajo respondía a los gritos. Hasta que una maestra, cansada del silencio asustado y de la timidez paralizante de la mayoría, le acercó el micrófono y ahí fue él cantando canciones que recordaba del jardín y contestando todo como si lo hubiera ensayado.

Dejé pasar la oportunidad de tomar más horas de trabajo.
Algún despistado va a pensar en el dinero que perdí.
Pero gané en recuerdos que no se repiten en fotos o en videos.
Y aunque eso no paga las cuentas ni me permite ahorrar para pintar la casa,
igual vuelvo a elegir a mis hijos.

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