sábado, 22 de diciembre de 2007

elegancia


I
Estamos en una reunión conversando con un amigo en común. Acaban de presentarnos. En un momento, el amigo hace referencia a una situación de la que ellos dos habían participado. Me empiezan a contar que Él discutió con una chica a la que yo vi dos veces en mi vida, que me pareció bastante antipática, y que en el diálogo que me relatan claramente dijo una estupidez.
II
El amigo en común le insiste para que Él siga contándome, dándole a entender que estamos en confianza, que delante mío puede hablar mal de la otra. Elegantemente, Èl evita hacerlo: como si no hubiera entendido, señala con calma sus objeciones a los argumentos de ella y seguimos hablando de otra cosa.
III
Ese es el momento en el que un hombre de apariencia perfectamente común tirando a descuidado, un adulto que en una reunión social lleva puesto un pulóver viejo con dos agujeros en la espalda, pasa de ser un simpático desconocido a ser otra cosa. Una especie de príncipe azul en el envase de un intelectual desaliñado.
IV
Me obsesiono como una adolescente. Como cuando en tercer año del colegio fuimos a un retiro espiritual y todas nos enamoramos del profesor que se estaba por hacer cura, y después, a la noche, todavía afiebradas por estar al sol o cerca de él todo el día nos juntábamos en una pieza y decíamos: no, no, Dios mío por favor que no se haga. Resulta que tener quince años y treinta y uno es exactamente lo mismo. Al menos, los enamoramientos grupales eran más seguros. La desprotección da mucha vergüenza.
V
De todos modos, ya pasaron varios días, y sigo sin saber si Èl es heterosexual, soltero, o si al menos tiene algún interés por el sexo en general. Mi analista dice que no parece gay, y ella lo vio, aunque sólo de lejos, en la presentación de un libro de un ex paciente suyo y actual amigo mío (mi analista es así). La teoría de que está solo apenas se sustenta en los agujeros del pulóver: si sale con alguien, hace demasiado poco. Una mujer que te ama o que al menos siente alguna inclinación por vos no permite que andes por ahí con un pulóver tan rotoso. Si es novia nueva, quizás aún no haya visto el pulóver, o no se haya atrevido a decirle nada. Pero teniendo en cuenta nuestras diferencias espacio temporales y los límites del decoro que una chica como yo debería respetar, lo más probable es que por el momento no me entere de nada más.

Alicia
a ver si nos entendemos

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