lunes, 23 de junio de 2008

el otro viernes

mirá qué tarde...

el viento frío esconde las narices de los que caminan
y las nubes amenazan bajas y grises

mirá que tarde...

en la calle se adivina
un spray de agua helada
que te hace picar la garganta
y don T. vigila sus rosales desnudos
detrás del vidrio

mirá qué tarde...

los dedos abrazando la taza de café bien cargado
y los pies dormidos dentro de las botas altas

mirá qué tarde...

la monocorde voz de las tres de la tarde
sacude apenas la modorra
con alguna sobresaltada puteada
pero no apaga este (sucio) pensamiento

mirá qué tarde...

(una tarde para estar en cualquier lado, menos en una escuela)

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