Reboté.
Me la di de frente y sin desacelerar.
Y no es la
primera vez.
De hecho me pasó como tantas otras veces que intento hacer
*algo*relacionado con la tecnología (en este caso instalar el teléfono en la
net para poder usarlo como banda ancha móvil).
A pesar de considerarme una usuaria ágil, para nada temerosa
y hasta diría que aventurera, es increíble la negación intrínseca que tengo
frente a estas cuestiones. Si por alguna razón se desprogramara el televisor y
no tuviera quién lo configurara correctamente, tendría que resignarme a ver un
par de canales de aire (lluviosos) porque no sería capaz de hacerlo sola.
Prefiero volver a la tiza y el pizarrón antes que conectar el proyector a la
compu yo sola (horror!).
Entonces surge una mezcla de envidia pulsante y frustración
paralizante frente a mis hijos (y mis alumnos),
y su capacidad (innata?) de captar rápidamente la realidad y apropiarse
de ella a velocidades que yo no podría alcanzar ni con tres vidas de entrenamiento.
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