miércoles, 25 de febrero de 2009

despelucada

últimamente ando así ladeada(así, ves cómo? así). y sabés que hice? me corté el pelo.

fui a la peluquería con mi hija, que de paso se cortó uno de esos flecos largos que dejan tuertos a la mayoría de los preadolescentes de estos tiempos. cuando terminó con ella estaba a punto de pagar y pregunté: tenés tiempo para mí? el peluquero me vio que ando así ladeada(así, ves cómo? así) y se apiadó de mí pelo largo y amorfo.

cortame como para que salga de la ducha y ya esté peinada, no me importa cómo y el largo tampoco, lo único que te pido es que no sea muy muy corto. esas fueron las escuetas indicaciones con las que se manejó el peluquero. y ahí nomás pin pan pum. chac!

es que cuando ando así ladeada (así, ves cómo? así) siento que tengo que cambiar. no importa qué. cambiar. aunque sea lo poco que rapida y efectivamente puedo cambiar.

porque si te ponés a pensar...
el cuerpo, en fin, ponele que tengo hasta septiembre para conseguirlo. el alma, ay diosssss, supongo que me van seguir pasando almanaques por la cartera antes de ver cambios reales y efectivos. pero el pelo y los zapatos es algo que está más a mano, más cerca de las posibilidades y de la necesidad de inmediatez que me agarra cuando ando así ladeada (así, ves cómo? así).

1 comentario:

Maru dijo...

Es que.. sí.

Cuando necesitamos un cambio de nosotros mismos el pelo es la víctima. Te lo dice alguien que anda casi estrenando corte de pelo.

Besos