martes, 16 de diciembre de 2003

Es raro que todavía no me haya atacado diciembre. Usualmente a esta altura el mes está encima de mi yugular, aplastándome el pecho hasta el punto de no permitirme respirar y asfixxiando el poco aire que me deja respirar con su aliento podrido de pan dulce y garrapiñada.
Mi teoría implica que con el laburo de las compensaciones de diciembre más algunos proyectos que pueden salir para enero más los dos enanos en colonia de vacaciones mi pobre cerebrito de mosca no tiene tiempo ni conexión neuronal disponible para dejarle un huequito al mes-del-terror.

Igual insisito. Si alguien le puede poner fast forward al año, yo agradecida.

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