Lihuel ya casi no tiene fiebre. Está de mejor humor, tiene ganas de jugar y hasta le volvió el apetito.
Víctor (el pediatra) ayer fue muy amable y paciente. Sabe que a mí esas diagnosis de virus me molestan y sabe que yo sé acerca de los virus, de su forma de acción y de su verdadera existencia. A pesar de eso me dio una soberbia miniclase de virosis varias, me espantó todos los fantasmas, me puso una lista de por qué descartaba cada cosa y por qué terminaba concluyendo que seguramente era un virus de esos que" joden pero no lastiman". Y de paso y ya que estábamos ahí les hizo un control general a los dos, con lo cual yo me enteré que a Ailén le faltan apenas cuarenta centímetros para alcanzar mi estatura.
Es bueno tener un médico con paciencia, uno que explique todostodostodos los detalles, que agarre el anotador y haga dibujitos para que hasta el padre electrónico entienda. Aunque claro, Víctor nunca se va a poder comparar con Marta. Marta era la pediatra que teníamos en Tandil y cuando supo que nos volvíamos al pago nos recomendó un colega suyo (ex-compañero de facultad) que atendía en Bahía Blanca. Y la verdad es que no nos defraudó, pero aún así no es igual a Marta.
Marta es la clase de doctora que te dejaba todos los teléfonos posibles y que aunque la llamaras a las tres de la mañana para decirle que Ailén de cuatro meses había estornudado cinco veces, te atendía, te preguntaba las cosas con voz de sueño, te consolaba y si era necesario se aparecía en tu casa con un tapado arriba del pijama para revisarla. Marta es la clase de doctora que te atendía dos horas después del turno que te habían dado pero que una vez adentro del consultorio te escuchaba, te respondía por milésima vez las preguntas que se te ocurrían y se demoraba cuarenta minutos poniendo miles de ejemplos para que entendiéramos o enseñándonos cómo aprovechar mejor los beneficios que nos daba la prepaga. Marta es la clase de doctora que suspendió una chorrada de turnos una tarde para hacernos de apoyo cuando tuvimos que internar a Ailén por su broncoespasmo. Marta es la clase de doctora que ante un ataque de fiebre y caprichos de Ailén (justo una semana antes de que naciera Lihuel) se sentó con ella en el suelo y con unos muñecos de tela le explicó sin decirle ni una sola mentira dónde estaba su hermano, por dónde iba a salir y cómo se iba a prender a la teta de mamá para alimentarse (y después de eso a Ailén le bajó la fiebre y le desaparecieron gran parte de los caprichos). Marta es la clase de doctora que hizo que Lihuel después de nacer por cesárea se prendiera a la teta en el quirófano mientras me suturaban y es la que hizo que a pesar de mis pezones horrorosos pudioera tener una lactancia plena con los dos. Todavía guardo papelitos con sus recetas de papillas raras, con sus preguntas para autoevaluarnos y levantarnos el ánimo como papás, con sus recomendaciones para bajar la fiebre, con sus pequeños tips para sobrellevar los berrinches de la enana déspota...
Marta Brea, no sabés como extraño que ya no seas la pediatra de mis hijos.
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