viernes, 2 de abril de 2004

2 de abril de 1982

En 1982 la que suscribe tenía 13 años y estaba en 1º año de la secundaria.
Hace 22 años, los viernes teníamos matemática en el último bloque de horas.
Un viernes de abril, apareció la rectora en el curso diciendo: "En la radio acaban de anunciar que un grupo de la Armada tomó las Islas Malvinas. En silencio tomen sus cosas para ir al salón de actos. Vamos a rezar un rosario por el bienestar de esos soldados y por la Paz".
De 36 compañeros en el aula, más de la mitad teníamos padres en Marina. Y los que no, tenían tíos, primos o amigos. Todos nos miramos mudos, no entendíamos nada de nada, y la cara de la rectora no nos dejaba lugar a ninguna pregunta.
En el salón de actos se escuchaba la letanía monocorde de avesmaría, aunque mi cabeza (como la de muchos) estaba bastante lejos de las palabras que salían de mi boca. Mi viejo era enfermero naval, así que yo suponía que nada estaba más lejos de mi familia que la guerra. Cómo guerra, si mi viejo se dedicaba a cuidar enfermos, no a cargar un fusil y matar. Porque en la guerra se mata, o no? Necesitaba salir de esa escuela y de ese rezo sin corazón ni sentido para llegar a mi casa y vomitar todas las preguntas.
En el trayecto de la escuela hasta mi casa veía gente con sonrisas, banderas en casi todos los negocios, un verdulero nos dijo a Alejandra y a mí: "Ahora cuando lleguen a casa busque una escarapela chicas, eh?" Fue el almuerzo más largo y vacío de mi vida. Mi mamá trabajaba en el Hospital Naval, era empleada administrativa, la supervisora de la sección estadística. Llegó a casa antes del horario normal. Venía con cara de preocupación, tenía que llamar a alguien para que viniera a quedarse en casa porque ella iba a tener trabajo extra. "Y papá?" Papá va a venir más a la noche, está con reuniones.
Las preguntas me las tuve que tragar, y cerca de las 7 de la tarde no aguanté más y las puse a las apuradas en un papel.
Copio tal cual lo que guardé: "Y ahora? por qué ir a pelear por un pedazo de tierra que está tan lejos? Espero que el viejo no tenga que ir, pero se ve que también mandan enfermeros. Más vale que mandan, si hay heridos tiene que haber enfermeros y médicos. Cuánto tiempo se va a tener que ir? Y si lo mandan a Malvinas como destino nuevo? Y si nosotros nos tenemos que mudar a las islas? Héroes dice la tele y la radio, esos que ya se murieron son héroes. Pero hay uno que tenía nenas chiquitas y esas nenas chiquitas ahora no tienen papá. Y si papá...? No, no, no, el viejo no, si él no lleva armas para matar. No, él no. Él va a salvar gente. No quiero que se vaya, puta, que nena floja soy. Peor los que tienen papás infantes, esos sí que van a matar. Qué será matar? Qué se siente? No lo quiero escribir porque todos están tan pero tan contentos. Pero tengo eso acá en el estómago, y no me gusta, porque estoy a contramano de todos. Pero no me puedo sonreir y no puedo salir a comprar papel crepê para armar una bandera y no puedo dejar de tener miedo. Y ya está, ya lo escribí, ya está. A qué puta hora va a venir el viejo? Seguro que él también está contento. Pero contento por qué? Por qué no entiendo por qué todos están tan felices y alterados? En qué cambia que tengamos o no tengamos esas estúpidas islas? No me sale otra cosa que no sean preguntas y un nudo en la garganta que no me sube ni me baja. Espero que cuando venga el viejo me traiga alguna respuesta"
Me acuerdo que cuando escribí eso me sentía pésimo, sobre todo porque yo veía que todos en las noticias, en la radio, en la calle, en los negocios, en toda Punta Alta la alegría era gigante. Y yo con mis preguntas y con ese miedo que me agujereaba la panza me sentía casi como una traidora.
Cuando volvió mi viejo, cerca de la hora de la cena habló un poco conmigo. Me preguntó si me daba cuenta de lo importante que era ese momento, que estaba viviendo un día que iba a quedar anotado en todos los libros de historia, que cuando yo fuera abuela seguramente mis nietos me preguntarían por ese día porque yo lo había vivido; que prestara mucha atención a todo lo que iba a pasar de ahí en más, porque sin importar quién ganara, yo iba a ser parte de la historia que más adelante escribirían los libros. Él también estaba orgulloso de la toma de las Malvinas, y cuando yo le pregunté si iba a tener que ir me dijo "ojalá tenga el honor". Cómo se me grabó esa frase. Para él era un honor que lo designaran para ir. Un honor.
Esa noche escuché a mis viejos hablar hasta tarde en su dormitorio, supongo que él le explicaría cosas, le daría detalles que habría escuchado, no sé. El fin de semana los dos fueron a trabajar, sábado y domingo, como si fueran días normales. Pero claro la normalidad se había terminado. Toda la rutina familiar se había alterado. Y la sombra de la guerra se nos metió en todos lados.

Uf, termino de escribir y releo todo. Tengo un nudo en la garganta y no se si largarlo y llorarlo o si tragarlo y seguir contando.
Respiro hondo. Mejor sigo otro día. Total los papeles de ese año están amarillos pero intactos y con fechas.

No hay comentarios.: