domingo, 3 de abril de 2005

transparente

Lo malo de ser transparente es que cualquiera que pasa por la vereda se da cuenta con una sola mirada de tu estado de ánimo. Y encima se creen con derecho a preguntarte, a aconsejarte boludeces si en un descuido les contás, o peor, a ofenderse si correctamente les decís que no tenés ganas de hablar del asunto.

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