Escenario: Dormitorio Matrimonial; Ailén sentada en el borde de la cama, Lihuel en una sillita al costado, Yo repatingada cerca de las almohadas, Silvio conectando cables de la filmadora a la video y de la video a la tele para copiar un cassete de filmadora (de mi papá) a un cassete grande.
Lihuel: blablablabla y la seño Adriana blablabla y MateoGenaroyAgustín (el combo fatal del jardín) blablabla y Abril blablabla y blablabla y blablablablabla.
Silvio: (al borde del colapso por no poder concentrarse, pero todavía guardando la compostura) Basta Lihuel, no hablés más así vemos la peli, si?
Lihuel: Bueno, no hablo más, pero resulta que Agustina...
Silvio: Hijo, basta, dejá de hablar.
Lihuel: Pero si ya dejé de hablar...
Silvio: (con los patos definitivamente volando muuuy lejos de aquí) En-ton-ces-no-hables-más-si-dejaste-de-hablar!
Lihuel: (con tonito de enojo imitando al padre) No-estoy-ha-blan-do!
silencio mortal seguido de mi intervención de madre conciliadora
Yo: (con la cabeza escondida abajo de la almohada) pfffffffffffffffjuajuajuajajajaja! (asomando la cabeza para respirar) Quieren que traiga Cindor con Panchitas?
Todos: Síiiiiiii! Dale, yo quiero el vaso violeta, a mí la taza verde, dame un vaso largo, traé azúcar...
Qué sería de esta familia sin las endorfinas que nos da el cacao...
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