Los bomberos en Punta Alta son voluntarios y tienen el cuartel a menos de dos cuadras de mi casa. Cada vez que se debe convocar a los bomberos se hace sonar una sirena tres veces. Hay ciertos códigos que tienen que ver con la duración de la sirena y con las veces que suena que distinguen si se trata de un incendio de pastos, de un accidente o si se prendió fuego alguna casa.
Los que vienen de visita se asustan mucho cuando escuchan la sirena. Será por nuestra cercanía con la Base Naval y con la fantasía de las películas de guerra, pero asocian casi siempre la sirena de los bomberos con una catástrofe terrible o con algún bombardeo.
Todavía me acuerdo de mi tía Laura, la rosarina, que la primera vez que vino de visita tuvo la desgracia de conocer la sirena en una madrugada de verano.
Ninguno en casa se acordó de explicarle que existía tal cosa como un aullido enorme que se prolonga por cerca de un minuto y medio. La cosa es que se despertó y se asustó tanto que se vistió, agarró su cartera con los documentos y se sentó en la cama a esperar que le dijeramos qué tenía que hacer. Nosotros, vecinos del barrio de la sirena, ya estamos con los oídos tan anestesiados que aún en el silencio de la noche no registramos nada y seguimos durmiendo a pata suelta. Mi tía finalmente se quedó dormida sentada en la cama, con la cartera en la mano y los zapatos en la panza, lista para pegar el salto y evacuar.
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