Tres líneas de chat alcanzan para pensar en el amor de mi vida. Así de ridículo es, y me doy cuenta. Doble click en un usuario, listas de música para compartir y un domingo son lo suficiente para encontrarme llenando ese vaso con todo lo que para mí es un buen hombre, deseable y hermoso, tres líneas de chat que encima incluyen la palabra microbiología. Así de ridículo y breve, así de personal es todo, no es necesario profundizar, ni siquiera detenerme en que Buenos Aires es lejos de Santiago de Chile, porque en verdad no importa, porque ni sé quién es y no me interesa, con lo que puedo imaginar alcanza, lo demás es peor como peor es, casi siempre, una película basada en una novela. Entonces chau, gracias, me voy a mirar la tele y a dormir. La secuencia podría repetirse una y otra vez en un loop infinito, con diferentes protagonistas. Es una mirada vacía en el subte, un post que te gusta en un blog desconocido, un pantalón con onda. Por eso me cuesta tanto creer que a él no le interese, que puede pensar en otra cosa, que todo esto es un tema menor mientras se dedica a lo importante. Quisiera conocer esa imaginación, lo que vuelca en otros ojos que pasan, cómo son sus tres líneas de chat o qué piensa de una pollera con onda. ¿O acaso no cree que ese corte de pelo puede ser el amor? Ayer las chicas no podíamos parar de hablar y hablar y hacer conjeturas, inventar nombres, tejer fantasías, buscar un consuelo, o ecos en anécdotas de otro, todos, todas, una búsqueda incesante, hasta la que dijo no creer en más nada, porque se asume en otra etapa o porque quizá alcanza con otra cosa, o hasta mi amigo, que al final decidió volver y le preguntó ¿querés ser mi novia?, por primera vez, a la misma chica de siempre. Quizá, entonces, el amor sean dos imaginaciones dispuestas a creer una de la otra que vos sos todo lo que yo quiero que seas, y se empiece a terminar ahí cuando el otro se vuelve la película mala de la novela que nos gustó tanto. O quizá es al revés, y el amor comienza justo en ese momento en que sos, sin los límites de lo que la imaginación desea (sin literatura ni película ni tres líneas de chat) .
marina k
señales de humo
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