lunes, 5 de noviembre de 2007

primera comunión


En la vida pasan muchas cosas y a veces sentimos una cosquilla rara en el pecho, pensamos que estamos solos y que no hay nadie que sonría frente a nuestros logros o que nos haga un mimito cuando las cosas salen mal. Pero aunque nunca lo veamos, en todos esos momentos está Jesús con su mirada de Amor, amparándonos bajo la manta tibia de su inconmensurable cariño. Él es el que aplaude cuando corremos rápido-rápido y saltamos alto-alto, Él es el que nos hace sana-sana en la rodilla si nos caemos, Él es el que nos calma cada vez que sentimos nervios por un examen, Él es el que nos mira satisfecho cuando nuestros esfuerzos tienen buen resultado, Él es el que sonríe orgulloso cuando tenemos gestos de bondad con los demás, Él está presente en cada uno de los minutos de nuestra vida y en todos ellos se encarga de guiarnos y comprendernos.



esto es parte de la carta que le escribí a A. para que leyera después de la misa de su Primera Comunión. y lo escribí porque de verdad lo creo, tengo fe y muchas me siento acompañada y mimada y cuidada solamente por Él.

ayer después de la misa se llenó la casa de gente, y los que no pudieron venir acompañaron de lejos con llamados telefónicos y caricias en el alma. y no se exactamente por qué, pero ultimamente estoy muy sensible a lo que pasa a mi alrededor, tengo las antenas desplegadas y encuentro pequeñas demostraciones de afecto donde antes sólo veía cosas malas.
que se yo, cosas mínimas, como mandar un mensaje y encontrarse con que la prima, el marido y los dos grandulones aparecieron para acompañarnos, ver el sacrificio de mi amiga que sin un mango y sólo a fuerza de amor se vino desde tres arroyos para estar, F. que llamó acongojado desde tandil para avisar que no llegaba y la llenó a A. con mensajitos en el celular diciéndole que la quería, mi cuñado más antiguo (desde ayer mi cuñado favorito) que a pesar de su costilla fisurada se agachaba entre la gente para poder filmarla mejor.
y de golpe ayer mientras estaba en la mesa, sentada en una de las cabeceras, me sentí tan pero tan tanTAN bien. como si estuviera recibiendo un abrazo mullido, un abrazo de tarde de viento y frío, tibio, con olor a lana suave y chocolate,un abrazo de esos que te dan ganas que no termine nunca...

1 comentario:

Azul... dijo...

Desde aquí, tan lejos, tan lejos, te mando un abrazote de oso polar (pero cálido, eh?), me da mucha alegría cuando te veo BIEN!