miércoles, 2 de julio de 2003

aniversario de punta alta

Hoy es el aniversario de mi ciudad, Punta Alta.
Es raro, porque en realidad no es este el día de la fundación. Es el día en que pusieron la piedra fundamental de los que después sería la B.N.P.B.
Claro que hace 105 años, junto con la piedra fundamental y los planos del Ingeniero italiano Luis Luiggi, vinieron un montón de obreros. Algunos ieran inmigrantes (la mayor parte italianos) y otros muchos criollos que encontraron una changa redituable pagada por el estado nacional (que ya se sabe que hace 105 años tenía plata para gastar a manos llenas). Si hay obreros y la obra está lejos de todo, es lógico y saludable que haya mujeres. Mujeres de familia y mujeres de la vida. Y también comercios para vender víveres y ropas, y ni hablar de lso clubes sociales que fueron apareciendo.
Así que Punta Alta dejó de ser un accidente geográfico que se veía desde el mar y dejó de ser solamente una mención en el diario del naturalisata Darwin (acá encontró fósiles de megamamíferos). Empezó entonces a ser una población que crecía y crecía a la par del crecimiento de la Base Naval. Y que igual que ella tuvo su momento de esplendor, donde la tía Marina, como la llamaban los abuelos, proveía el sueldo, la salud y hasta los souvenires (desde una compotera de acero inox. con el ancla naval grabada, hasta uncenicero hecho con medio pistón de barco). Claro que eso también pasó y ahora la tía Marina está flaca, vieja y sin dientes, igual que la ciudad.
Y sin embargo hoy hubo festejo. Se organizó el desfile cívico militar y ahí fuimos a parar todas las "fuerzas vivas". Delegaciones de la Armada, del Ejército, Prefectura, Gendarmería, Policía, Bomberos Voluntarios, Todos los clubes de fútbol, basquet, patín, softbol, rugby, hockey, pesca, naútica, karate-do; todas las escuelas, públicas y privadas, especiales y de adultos; las peñas y organizaciones tradicionalistas; murgas y comparsas; los talleres protegidos; las sociedades de fomento; en fin, todo el pueblo estaba desfilando o mirando. Y en el palco estaba el intendente con otras autoridades, y la Banda de la Armada tocó todo el desfile.
Al final del desfile tuve que ir corriendo al kiosko para comprar chicles y repartir (promesas son pormesas) y volví a casa con los pies helados pero contenta. Porque es lindo sentir que uno es parte del lugar donde está, que uno pertenece, que es un hilito (mínimo, transparente a veces) de esta tela.

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