miércoles, 16 de julio de 2003

cubitos

logoUna de las cosas que me encantaba hacer cuando era chica y mi mamá hacía sopa, era pasarle la lengua al papelito donde venía envuelto el caldito Knorr. Ese gustito ácido-salado-raro que me quedaba en la lengua era lo máximo.
Y digo que me encantaba y no que me encanta porque ya no lo hago más.
No, no, no me creo demasiado "madura" para esa chiquilinada.
Es que ahora está Ailén, haciéndome la guardia para ser ELLA la que le pase la lengua.

Es increíble cómo la genética funciona hasta para esas tonterías.

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