Cambiar palabras para que más adelante sólo nuestra mirada sea capaz de abrir ciertas cerraduras y podamos espiar ESOS secretos que nadie sabe y que llegan a definirnos como personas.
Porque aunque no se comenten, están ahí flotando, latiendo. Es que claro, no son recuerdos de esos que se ponen más lindos y tibios cuando se evocan en compañía. No. Son esa clase de memorias que se revisan en silencio, bajo la ducha o en una caminata o sentada en la arena mirando los granos deslizarse entre los dedos.
Y cuando te rescatan de ese interior al que te fugaste con un "dónde andás?", te apurás a cerrar persianas y a esconder bajo siete alfombras gordas ESO que bajo ningún motivo debe transparentarse.
Para no lastimar, para no molestar, para seguir viviendo aunque el motivo de tu sonrisa sea otro.
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