no puedo evitarlo, en el fondo me reconozco perteneciente al género femenino.
aún cuando haber crecido entre primos varones y teniendo mayoría de amigos hombres, ciertos giros de pensamiento y de comportamientos propiamente masculinos se me hayan "pegado".
aún cuando trato de disimularlo un poco de manera consciente porque me molesta el lorerío infame que me rodea algunas tardes donde todas hablan al mismo tiempo de todo y de nada y de ropa y de chismes y de prejuicios y de hijos.
aún cuando me jacte con orgullo de ser capaz de decirle a un compañero varón "no seas pajero y laburá" y que este me entienda y se ría y se enoje pero que después me siga hablando.
aún cuando pueda tener cierta libertad aireada que hace que ciertos temas no me provoquen miedo ni asco ni incomodidad ni nada de eso.
aún cuando muchas veces me parezca más a ulises (por la búsqueda y por la iniciativa y por cierta "agresividad") que a penélope (por la espera, por la pasividad y por el glamour)
aún cuando no me dé vergüenza decir adelante de cualquiera "qué lindos ojos tiene fulano" o "qué buen lomo tiene mengano" siendo fulano y mengano personas reales del mundo real, justo de la misma manera en que algún varón a veces dice "qué buen culo" o "qué buenas tetas".
a pesar de todo eso, el cromosoma X me determina como perteneciente a un género determinado y se manifiesta en pequeños vicios propios del estereotipo femenino que no puedo evitar.
sino, de qué otra manera se explica que pequeñísimos eventos que duraron no más de lo que dura una mirada en el espejo, tengan que pasar por el cedazo de mi ultranalítico cerebro buscando toda clase de significados reales y simbólicos. escenas reconstruídas una y mil veces, rebobinadas en mi cabeza hasta gastar la cinta de mis neuronas, que me demuestran (sin sorpresa alguna) que nunca voy a encontrar mejor metáfora que la del caleidoscopio.
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