Anoche volví a la pileta. Una semana sin nadar y se nota. La pucha si se nota. Después de dos vueltas me silbaba el pecho como una locomotora a vapor. Y R. se sonreía como si supiera que este finde me comí la vida y que a la vuelta seguí dandole al huevo (de chocolate) sin pausa. Lo único bueno es que la patada de pecho ya casi me sale. Casi. Y ahora falta agarrar la mano a la coordinación con los brazos.
Anoche volvió también a nadar el Cuerpo. El Cuepo es un especímen masculino humano que tiene (justamente) un cuerpo de libro de anatomía. No es un musculoso hiperdesarrollado a base de hormonas. Es un tipo que vestido una diría, "sí, es flaquito". Pero para nadar tiene que aparecer en mallita, y encima usa las de competición (lycra, chiquita, ajustada, no, no le vi el paquete, todavía). Y entonces aparece el Cuerpo. Uno de esos cuepros masculinos fibrosos, duritos pero no tiesos, casi felinos, un cuerpito que a uno le dan ganas de palpar, de sentir a través del tacto. ¿La cara? ¿que como es la cara? Sabés que no tengo ni idea...
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