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Hoy mientras estabamos cantando Aurora entró a la escuela un perro como este --> .
Dio una vuelta por todos lados, se metió entre la piernas de los chicos y olfateó todo.
La preceptora empezó: "¿De quién este perro? Chicos ¿quién es el dueño del perro?" Si alguien era el dueño se hizo bien el sota. "Pasen a las aulas y sacamos el perro afuera".
Afuera estaba casi helando y con un viento que te cortaba la piel.
El perro, no sé por qué, se mandó para el aula nuestra.
Los chicos empezaron: "Dejelo, profe, si no molesta, afuera haqce frío, dele profe, si lo pasan a buscar se lo damos pero sino dejelo, dele profe, si hace lío lo sacamos, dele y nos portamos bien y hacemos la tarea, dele profe..."
Yo me encomendé a San Cristóbal y dije, má sí, total, parece pancho el perro.
Resultado: el tipo se echó al frente del aula en el rincón al lado del papelero. Primero me miraba. Después se ve que las organelas celulares y la fotosíntesis no eran tema de su agrado, así que se aplastó como una alfombra y se durmió.
Los chicos cumplieron su palabra y se portaron como santos (bueno, casi).
Cuando tocó el timbre salió al recreo con nosotros, vino N., la portera y lo sacó a la rastra.
Pero a esa hora por lo menos no hacía tanto frío.
Rinofaringitis virósica.
Eso dijo el médico.
En idioma cotidiano: angina roja.
Tratamiento: reposo (sí ja, justo), descanso (eso, eso), quédese un par de días en la cama (¿justo a final de trimenstre me viene a decir esa palabrita?), mucho tecito caliente, si es con miel mejor para suavizar (bueno, algo positivo tenía que tener), un atigripal suave para soportar los síntomas (espero no seguir sintiendo que el cerebro se me escapa cada vez que estornudo) y mucha paciencia (¿este buen señor me habla a mí?).
De todo esto estoy cumpliendo con el antigripal (refrianex compuesto) y con el té.
Del resto, mejor no hablar.
Hoy una de las nenas (yo sigo diciéndoles nenas, aunque tienen 14 y son más despiertas que yo a los 20) de noveno vino misteriosa y me dijo: "profe, ¿puedo hablar con usted?" Yo me imaginé desde un embarazo hasta que la fajaban en la casa (uno encuentra cada caso en las escuelas...). "Sí, J., decime""Es que... bueno... a mí... esteeee...." "Dale J., sin miedo" "Que hay un chico ¿vio? que me ... qué se yo... ¿usted entiende ¿no?" "Creo que sí" (((???))) "Bueno, el tema es que ... Bueno, ¿cómo me doy cuenta si de verdad estoy enamorada?" ((((a la chaucha con la duda de la chiquita)))
Me dio mucha ternura que tratara de buscar consejo justo en mi persona. Ya otras veces me han preguntado acerca de sexo, embarazos, problemas alimentarios y demás. Pero un tema tan... tan... qué se yo, tan del corazón, la verdad, nunca.
Porque J. buscaba una definición para ponerle al lío efervecente que le "quema la cabeza", como dijo ella. Necesitaba encuadrar una maraña de sentimientos dentro de una palabrita. "¿es amor esto entonces?" me preguntaba a cada ratito. Y se le llenaban los ojitos de emoción cuando hablaba, y hasta parecía un cartoon con corazoncitos flotando alrededor.
Por supuesto que no pude solucionarle la vida. La verdad es que yo hace rato que dejé de etiquetar los sentimientos.
Aunque a la edad de ella llenaba cuadernos con dibujitos y frases que encontraba por ahí, del tipo de los famosos "Amor es..." de Kim Casali
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