martes, 14 de octubre de 2003

El 12 de octubre mis suegros cumplieron 40 años de casados. Según averiguaron: "bodas de rubí"
Los hijos organizaron un almuerzo en casa de mi cuñada, un asado solo para la familia: ellos dos (Coco y Nena, como los llaman los nietos), mi cuñada con el marido y sus tres hijos, mi cuñada menor (sin novio "oficial" que la acompañe), Silvio, los chicos y yo.
El asado muy rico, los chicos se pelearon un poco con los primos pero no hubo golpes ni sangre, hubo torta rellena de crema y duraznos, vino rico y champancito para brindar. La conversación fue lo suficientemente banal como para no tener problemas, yo dejé mi cerebro en un frasco en casa y todo anduvo bien.
Sobre el final de la sobremesa, cuando todos estabamos impacientes mirando el reloj, llegaron.
PARAPÁ PARAPÁ PARAPAPA- PARARA-RARA-RARARA-PARAPÁ PARAPÁ PARAPAPA- PARARA-RARA-RARÁ
Cantaron "estas son las mañanitas", "la balada de Juan Guerrero", "Ella", "Sigo siendo el rey", la obvia "alla en el rancho grande" y un par de boleros más muy buenos. Cambiaron la letra de algunas canciones para hacer coincidir los nombres de los suegros y gritaron "Feliz Aniversario" mientras el más chiquito disparaba cebitas con cara de resignado.
Mis suegros lloraron a mares, Silvio y sus hermanas lloraron a lagos, Ailén, Lihuel y los primos miraban y no entendían un soto (aunque después siguieron tarareando los coros de trompetas), mi cuñado político y yo no dedicamos a preservar el momento para el futuro (él le dio a la filmadora y yo a las fotos).
Terminó el mini recital de media hora y otra véz se ordenaron en filita y siguiendo a las trompetas se fueron a otra fiesta con la fiesta (previo pago del óbolo correspondiente, por supuesto).

40 años de casados es una barbaridad de tiempo.
Y una barbaridad de historias, de peleas, de de miradas, de abrazos, de ausencias, de miedos, de lágrimas.
Yo recién llevo 10 años de casada.
Y hay días en los que parece que me va a explotar la cabeza y que voy a mandar todo a la mierda. Pero no, sigo adelante. Cuánto de rutina hay ya instalada, cuánto de resignación (shit happens), cuánto hay de pelea de amor, cuánto hay de simple amor, cuánto hay. Cuánto.
Ya sé, ya sé. No puedo vivir con una calculadora y una balanza, tratando de medir todo, absolutamente TODO para sacar porcentajes.
Pero cómo puedo saber si esto es solamente sumar tiempo para llegar a juntar las cuatro tapitas de cocacola que me van a cambiar en el kiosco por un vaso de plástico que diga "lo lograste Mariana, sos una mina feliz". Y si cuando llegue al kiosco me dicen: "no chiquita, la promoción se terminó hace cuatro días"?

Igual, si el 21 de mayo del 2033 sigo estando junto a Silvio, prefiero que no haya mariachis.

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