jueves, 16 de octubre de 2003

Hace ya casi un año que vengo rumiando la idea, poniendo cosas en la balanza y sacando cosas de la balanza.
MIS argumentos: Ya tengo dos hijos. Ya mi satisfacción maternal de embarazos está satisfecha. No, no quiero volver a pasar por las náuseas matutinas, ni por los berridos a media madrugada, ni por los edemas en las piernas, ni por la peridural con esa aguja larguísima y fría en la columna, ni por los pañales infinitos e inservibles, ni por la ropita en capas de cebolla, ni por los llantos de dolor de oído/panza/diente/etc. Si por alguna razón yo me peleara con Silvio y encontrara otra pareja, ésta tendría que saber de antemano que no me interesa volver a pasar por el proceso de ser madre. Es más, si me buscara otra pareja, la querría con hijos propios para evitarme el trastorno de que me digan, "yo no sé qué es ser papá". Me jode sobremanera tener que obligar a mi memoria a recordar día a día "Mariana, tomaste la pastilla?" Los globitos son lindos pero como decoración en los cumpleaños; en otras cisrcunstancias prefiero que la cosa quede un poco menos prolija. La plata alcanza medianamente bien ahora que somos cuatro, pero si fueramos cinco ya no alcanzaría tanto. Diría mi abuela: "ya tenés la parejita, qué más querés?" Recién ahora puedo organizar mi esquema horario y hacer cursos, tomar más horas de trabajo, caminar y/o sentarme en el patio a mirar el pasto crecer. Ya tengo dos cesáreas encima, mis posibilidades de tener un parto natural son absurdamente pequeñas.
Hoy lo consulté con el ginecólogo y aclaré muchas dudas. Ahora ya sé bien, paso a paso como es la operación, qué tipo de anestesia lleva, cuánto dura, qué tipo de incisión, qué tiempo de recuperación. También me explicó qué manganetas hay que poner en las órdenes para que la obra social la cubra y no te hagan pagar a vos de tu bolsillo. Me explicó también lo de la irreversabilidad del procedimiento pero de cómo se podría hacer (a un alto costo $$$) para sortear el obstáculo y llegar a un nuevo embarazo. Pobres minas las que esperaban en la sala de espera del consultorio, estuve hablando con el médico como 45 minutos, preguntando todo lo que se me ocurría.
Ahora me falta masticar 30 veces más el asunto y terminar por resolverme. Sí resolverME. Porque Silvio en este asunto tiene cabida como opinólogo pero no como tomador de decisiones, después de todo es MI cuerpo. Aunque el santo está totalmente de acuerdo, sobre todo después de ver el embarazo no deseado de S. y los trastornos tanto económicos como psicoógicos que sufren ahora con su marido.
Pero creo que antes que termine el 2003 voy a tener mis trompas de Falopio ligadas.

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