Esa vez que te besé sentí la felicidad propia de cuando le sacaba punta al lápiz y por la rendija del tajador se asomaba una cáscara que, orgullosamente y sin partirse, alcanzaba los treinta centímetros y que luego cuidadosamente olía, como si quisiera olerme el mundo entero, y sintiendo como volvía a tener ocho años. Ese día me di cuenta que el que te quiera como quiero a mi infancia, significa que te quiero no sólo como a mi vida misma, sino como a mi vida favorita. Entonces me llené de un pánico que hoy todavía mirame, no he podido superar.
Nanda
paraoica fierita
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