La primera vez que supe que alguien gustaba de mi tampoco entendí por qué. Tenía nueve años y era alta (siempre fui alta) y gorda, o estaba por empezar mi etapa de gordura. Era verano y yo iba a la colonia del Sindicato de Prensa, en Roldán. Nos volvíamos en dos colectivos: uno que iba haciendo muchas paradas, para acercar a la gente a su casa y otro que iba directamente al sindicato, para lo que vivían por el centro.
Yo solía tomar el primero hasta que me mudé ese verano. Igual, muchas veces tomaba el más largo porque ahí iba Facundo. Facundo era el típico chico lindo, más grande que yo, que a todas nos gustaba.
Nacho era un chico de mi edad, que estaba en el mismo grupo y jugaba bien al fútbol. Aún no entiendo por qué, pero gustaba de mi. La primera vez que lo supe fue una tarde volviendo de la colonia. Yo estaba en el asiento de atrás del micro y antes de bajarse me dio un papelito. Yo no le entendía la letra pero leía la intención. Me dio mucha vergüenza, lo rompí en pedacitos y lo tiré por la ventana. Después de un rato le tocaba bajarse al Colo, y antes de irse me dice: Nacho gusta de vos. Yo me hice la que no lo había escuchado.
El último día de colonia me tomé el largo, el de las paradas, aunque me hubiera convenido el otro. Era la última vez que iba a ver a mucha gente y me decidí por ese. Como era el último día, todos decían de quien gustaban. No me acuerdo de quién gustaba Facundo, pero seguro de mi no era. Cuando llegó mi turno, muerta de vergüenza dije que me gustaba él. No era la primera ni iba a ser la última.
Un rato más tarde alguien me dice: Nacho está llorando por vos. Yo me morí de la vergüenza porque todos me miraban, me puse contra la ventana y me largué a llorar. Todo el mundo me decía que le de bola, que era mala. No entendían: a mí me gustaba Facundo. Yo seguía llorando mientras no escuchaba lo que me decían. Sé que alguien, creo que el Colo, me vino a decir algo como que éramos el uno para el otro porque estábamos llorando los dos en la misma posición frente a la ventana. Qué estupidez pensé yo. Mientras Facundo decía que si fuera por él me regalaba, que yo no le gustaba.
Al rato vino la coordinadora de la colonia. Va a parar el circo pensé yo, pero no, vino a felicitarme por rompecorazones y por tener a un hombre llorando por mi.
Llegamos al sindicato. Mi mamá me preguntó por qué había llorado y yo no le quise contar. Años más tarde me los crucé, tanto a Nacho como a Facundo. En ambos casos, hicimos como si no nos hubiéramos visto, aunque dudo que alguno de los dos se acordase de todo esto.
maru
ay, ay, hay?
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