Anoche llovió a baldes.
Y no solamente afuera.
Lihuel pasó mala noche, levantó fiebre y tiene mucho catarro.
Yo me levanté a cada rato y caminé la casa como un fantasma.
Hoy a la mañana la ciudad amaneció pesada y gris.
Igual me calcé las botas y fui a la escuela.
Al pedo.
No apareció ni uno solito de los 22 "energumenitos" de noveno.
En realidad no fue tan al pedo.
Me quedé hablando con M., la preceptora, que fue mi compañera de escuela desde primer grado de la primaria hasta quinto año de la secundaria.
No hablaba con ella desde 1986 casi.
Es increible cuánto cambiamos y cuánto nos seguimos pareciendo.
Lihuel se quedó durmiendo sin ir al jardín y ya hablé con el pediatra para llevarlo.
Ailén está practicando letras y protestando porque la "cursiva es muy lenta".
Afuera sigue lloviendo y los de la radio me tienen las cataplinas hinfladas con la histeria del Carlo'.
Mejor pongo el disco de Lenny Kravitz.
La letra chueca de Ailén se parece tanto a mi letra ...
Adentro de mi cabeza hay gotas que caen y resuenan.
Y no es lluvia.
No.
Ni siquiera es llanto.
Solamente gotas.
Gotas que levantan onditas redondas en el centro de mi cerebro.
Olitas que golpean contra mi cráneo.
Hoy voy a preparar tarta de choclo para el almuerzo.
Me gusta el olor de la masa de hojaldre cruda.
Y el puré frío con mayonesa también me encanta.
Mejor voy a comprar huevos a la verdulería.
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