Lo pienso ahora, fríamente, con todas sus consecuencias, y lo cierto es que no me importa todo lo que pensé que me dolería. Todo lo que debería afectarme.
Mi corazón no se ha descongelado, no ha sabido reaccionar lo suficientemente rápido, y eso es lo que peor me hace sentir.
Alex es una persona complicada, y últimamente lleva una temporada amargado por una serie de problemas de los que no quiere hablar, y eso le hace estar arisco y desagradable casi todo el día. Yo aguanto porque sé (por lo que me cuentan sus amigos) que tiene historias en la cabeza, y que cuando está así es más borde con aquellos que más le importan. Se enfada por tonterías, se cierra en banda y se niega a comunicarse en cualquier sentido.
Y eso me cuesta mucho aguantarlo, llegado a un extremo.
Todo esto, unido con el enterarme que lleva tiempo preparándose para conseguir una plaza en el extranjero, muy muy lejos de aquí, me ha hecho perder la fe. Y las ganas.
Me ha hundido el volver a las discusiones una vez más, y encontrarme a Sergio, y todo al tiempo?
Y he vuelto a llorar a cada momento, me vuelvo a notar débil de ánimos.
No puedo estar con él, no puedo luchar por Alex, o contra él, o contra todo, no quiero, no puedo seguir haciéndome tanto daño. Tengo demasiadas cosas que afrontar respecto a mi nueva vida, necesito parar, aquí, ahora, necesito quedarme quieto y respirar.
Después, un pie tras otro, pisando firme y seguro. Necesito reorganizar mis prioridades, hay demasiadas cosas que se me están escapando.
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